Me encanta mi casa y esas adorables piezas que poco a poco
voy encajando.
Y es que no hay nada mas satisfactorio que estar en armonía
con el hogar. Sin duda, cada estancia tiene su propia personalidad y todo eso
es gracias a la ayuda tanto de las piezas que pueden pasar desapercibidas a primera
vista, como a las llamativas.
Hoy os traigo una de las llamativas, una silla con tapicería
de peluche naranja originaria de Francia en los años 60.
Esta ha sido otra de las maravillosas piezas encontradas en
la basura, abandonada a pleno día y totalmente destrozada. Cuando la recogimos
no me imaginaba que iba a llevarme tanto trabajo, pero ahora finalizada y encabezando
mi salón, creedme cuando os digo que el esfuerzo ha merecido la pena.
Destapiar me resulta una tarea curiosa, nunca sabes lo que
te puedes topar, yo he llegado a encontrar como relleno una factura, restos de
tela, e incluso algún trozo de madera. Con esta silla me picaba todo.
Poquito a poquito fui destapiando la pieza.
Finalizado ese proceso era hora de ponerse manos a la obra,
lo primero colocar las cinchas de arpillera en la base de madera que
corresponde al asiento, colocar los muelles y coserlos.
Grapamos arpillera, añadimos crin, lo cosemos y volvemos a
grapar la arpillera.
Después la espuma, la guata y la tela.
La primera parte finalizada.
El respaldo está totalmente cosido a mano y con relleno de
crin.
¿Qué os parece? A mí me tiene enamorada la tela.
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