Hay dos momentos al día que no me gusta nada saltárme porque me encanta poder disfrutarlos.
El primero es mi café solo a primera hora de la mañana, ya simplemente pensar en el olorcillo que invade la cocina me arranca una sonrisa, y el segundo, es al finalizar la comida, tomar un té bien calentito.
Me gusta tener diferentes sabores y así poder ir cambiando cada día. Té negro, té verde, de frutas del bosque, Pakistaní… Son mi debilidad. En ambos casos el
aroma y el sabor me pierde.
El problema es que el otro día fui a comprar té porque me
estaba quedando sin existencias, y al final me fui bien cargadita a casa y no
tenía donde guardarlo porque donde lo hacía habitualmente se quedaba pequeño.
Así
que pensé: ¿Por qué guardarlo en un armario? ¿Por qué no dejarlo a la vista?
Necesitamos:
4 tarros de cristal
Cuerda
Tela
Tijeras
Metro
Troqueladora
Cartulina
Situamos la tapa encima de la tela y marcamos el corte, es
mejor cortar de mas y luego rectificar si fuera necesario. Nos vale cualquier
retal que tengáis en casa, incluso podéis combinar varios.
Una vez que tengamos nuestros retales cortados tan sólo los
tenemos que colocar encima de la tapa y atarlos.
Para finalizar les he puesto unos cartelitos para diferenciarlos
y así completar mi zona del té.
¿Dónde lo guardáis vosotros?
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