Esta increíble mansión de lujo situada en la cima de la
colina del valle de Loire, es conocida por los turistas por su lujo y
elegancia.
Cuando el perfumista François Cotty descubrió este hermosos
paraje, decidió construir el Château D’Artigny en 1921 para poder disfrutar
cuando él quisiera de la calma y es sosiego.
En 1961 René Traversac compra la propiedad para
transformarla en un hotel y pasaría a formar parte de su cadena de hoteles “Les
Grandes Etapes Francaises”.
Cada una de sus 61 habitaciones son totalmente diferentes y están
decoradas hasta
el más mínimo detalle pero, en mi opinión, y pese a que las
vistas son inigualables, me resulta excesivo que, tanto el estampado del papel
de las paredes, el de las cortinas y el de las colchas sea el mimo.
Del mismo modo de poder degustar la comida francesa, si los
huéspedes lo desean, pueden disfrutar de unas clases de cocina que el hotel
pone a su disposición. También pueden disfrutar de un campo de golf, dos pistas
de tenis, una piscina, spa e incluso de excursiones de senderismo donde pueden
montar a caballo.
El salón donde se sirve el desayuno está proyectado para que
se sienta la pureza y la tranquilidad del campo. Los tonos pasteles son la
perfecta combinación para poder conseguirlo, en este caso se han decantado por
el agua marina que, junto esos enormes ventanales proporcionan mucha claridad,
perfecto para las actividades diurnas.
En los pasillos se tiene la sensación de estar deambulando
por un museo mientras observamos los enormes tapices.
Debido a que en un principio fue concebida como una vivienda
vacacional, se puede observar que han utilizado ese reclamo en los dos
apartamentos que posee, donde el cliente puede sentirse como en casa en sus
zonas de descanso y sus amplios comedores. Los huéspedes pueden disfrutar de unos dormitorios de lujo donde la decoración con buen gusto y elegancia impera y, asimismo, de un parque de 25 hectáreas.
que lindo post, me encanta todo! es un lugar hermosisisismo, quiero ir ahora misma jajajajaja...
ResponderEliminarlas fotos son preciosas, casi artísticas!