Hace tiempo que tenía ganas de probar la pintura tiza porque
me atraía la idea de no tener que decapar, lijar, o usar imprimación, por lo
que me compré un par de tonos para darles un toque diferente a las nuevas
mesillas que quería arreglar.
He de confesar, que no volveré a repetir. He ahorrado tiempo
pero se nota que la calidad del acabado no es tan delicada. La pintura, una vez
abierta, no se conserva tan bien como las otras, y no sale nada económico.
No me entendáis mal, estoy encantada con el resultado, pero
si tengo que elegir, me quedo con la pintura de siempre.
Lo que me gusta es lo contenta que se quedó Ana, la nueva
dueña de las mesillas, que las escogió para darle un toque de color a su
dormitorio.
Las mesillas estaban destrozadas, goterones del lacado,
rallazos y apaños con clavos. Necesitaban recuperar su brillo.
En un principio, había decapado totalmente la mesilla porque
quería usar goma laca y que quedarán como eran originalmente, pero resultó que la mesa no estaba compuesta por
las mismas piezas de madera, cada una era diferente. En cuestión de segundos había tenido que descartar la idea original, para pasar a pintar.
Comencé pintando las patas delanteras con el tono crudo, pero a la mesilla le faltaba algo, así que con la ayuda de un lápiz realicé un dibujo que después rellené con el verde agua.
Para darle el toque final, con sumo cuidado, pinté con un
pincel fino una línea en dorado.
¿Qué os parece a vosotros la pintura tiza? ¿La usáis a
menudo?
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